FLAVIO TRUJILLO JARAMILLO
(Colombia)
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EL LOCO LUCERO(fragmento)
Un
anciano diabético a punto de quedarse totalmente ciego, espera
impacientemente en la sala de una clínica caleña, el último diagnóstico
de tres especialistas que han tratado y operado sus ojos durante varios
meses. Tratamiento que él ha soportado con estoicismo ejemplar buscando
recuperar un poco la visión que le permita siquiera valerse por sí mismo
y no convertirse en un estorbo para su familia. A su lado está una
enfermera experimentada en las lides diarias de la angustia de sus
pacientes, pues perder la vista es perder la vista es perder el don más
preciado de la vida. -Siento mucho don Flavio, su caso es irreversible, hemos agotado todos los medios que están a nuestro alcance pero la ciencia no cree ni hace milagros. Damos por cerrado su caso. El anciano queda como petrificado en el asiento. La buena Rosita, su enfermera, le ayuda a ponerse de pie y lo conduce al salón donde está su familia. Durante
el trayecto le dice: -No crea lo que le dicen ellos, arriba de este techo hay un Dios todopoderoso que le puede hacer el milagro de devolverle la visión. Él
no responde, aunque en lo más íntimo de su ser agradece las palabras de
consuelo de ésta. Lo entregó a su familia, la cual estaba enterada por
uno de los médicos. Salen de la clínica en silencio, caminan en fila
india como su fuera un funeral sin carrozas ni coronas. Ya
en la casa la pregunta obligada es: -¿Qué hacemos con papá? ¿Quiere que le cambiemos el oftalmólogo? -¿Quién lo está tratando? El anciano responde: -El doctor Vergara. De médico estoy sobrado,
creo que es el mejor profesional del Cali y el mejor amigo de mis ojos, me
consta, no sólo por mi tratamiento sino por lo que han contado muchos de
sus pacientes a través de este tiempo. Todos sólo tienen elogios para
con su profesionalismo. El viejo se retira dando traspiés hasta su habitación. Su mujer e hijos opinan y discuten. Aquella noche para los demás es normal, pero para él, de aquí en adelante todos los días serán noches largas, amargas, muy amargas. Los
días pasan, él no quiere saber nada, su cuarto se le ha convertido en
una especie de prisión a donde la muchacha de servicio le lleva sus
alimentos. Está iracundo, su familia no lo soporta. Una
vez en sueños, oye la voz de su madre que le dice: -Todas las noches entre las doce y la una de la madrugada mira hacia el cielo, ora con fe. Si ves dos luceros hacia el Oriente tus ojos sanar Al siguiente día cuenta a su familia el sueño, les pide el favor de que le trasladen la cama a la pieza de la terraza. Todos se niegan aludiendo que no sólo está ciego, sino loco. CONTINÚA... |
FLAVIO TRUJILLO JARAMILLO, autor fallecido que residiera en Cali, Colombia, nos ha dejado el obsequio de su notable narrativa. |